Antes de ver a mi dilecto César en tierras casi segovianas, me engolfo en el tren con las tres páginas que dedica El País a Carlos Vermut. Juicio sumarísimo, pues. Asesinato civil ( cual Rubiales): condenado para los restos. La primera de las tres mujeres, hechos acaecidos hace casi un decenio, fragilísima memoria entonces, durante uno y medio sigue manteniendo relaciones sexuales cada vez que se encuentra con el director. La segunda le dice que no cuando va a su casa a ver una película ( Diamond Flash del susodicho realizador). Ella se larga. Y la tercera chica cuenta la primera experiencia horrible pero luego prosigue las relaciones esporádicas con él durante más de dos años. Los testimonios de las tres infantilizadas y poco dignas mujeres (no saben o no quieren expresar un rotundo no, asumiendo las consecuencias de ello, además de recurrir a la prensa y al cuestionable anonimato) y la réplica del estimable director de Magical Girl: zonas grises, ambigüedades, intuidas omisiones, sobreentendidos, malos entendidos, contradicciones. Como la propia vida, con el alcohol y las drogas tantas veces de por medio. Y, como uno de sus más acabados paradigmas: la sexualidad humana, más o menos "canónica", puro y duro y tantas veces inteligible rompecabezas. El sexo, más que amor, quia, poder y prestigio. Palanca de dominio. Para tener trabajo. O ascender. O no perderlo ( A la sazón, le preguntaron en su día a la cantante Rozalen como había logrado "triunfar". '10 penes muy bien comidos', su escasamente polisémica respuesta).
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Monstruosidades
Sin juicio justo y con nulas garantías procesales. Auto de fe de la postmodernidad. Más que probable ajuste de cuentas. Implacable inquisición femibolche/femiorco del Me Too con su feroz y demente jauría subsiguiente. "Justicia" feminista que se adecúa a sus íntimos y falaces convencimientos, creencias, pálpitos, descontextualizaciones, yerros, subjetividades, opiniones, hipocresías. Palabra de mujer (o de madero), palabra de Dios. Presunción de veracidad, aberración ética y arbitrariedad jurídica. Presunción de inocencia, pulverizada.
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Pues eso. Una orgía sanferminera entre cinco cerdos y una guarra, 15 años de maco para ellos. Una relación entre un futbolerdo y una grupi discotequera, pésimo palpito para Dani Alves. Y David Bros, suprema injusticia, barbarie legalizada. O un piquito, acto de brutal terrorismo (machista, digo) y el terrorismo, transformado en un piquito. Y las realmente violadas (por manadas extranjeras, por ejemplo), en el más cruel y planificado de los olvidos.
En fin.