...eta garbitu lur hori ( ...y se limpie aquella tierra)
La limpieza étnica e ideológica, lampedusianamente, continúa. Y la peripecia de Álvaro Romero, Martín Sáenz de Ynestrillas y Jesús Longoira para poder presentar un libro de recuerdo a las víctimas de la banda asesina ETA. Y recordando que el nacionalismo vasco, en cualquier avatar y hiato histórico, siempre pierde para acabar ganando. Contando con la cobarde anuencia de casi todos.
Va a volver a Bilbao su puta madre (escudo de Arquíloco y más allá)
La "derrota" policial/militar de ETA ha supuesto la victoria política del separatismo vasco en su conjunto. Toda opción española, excluida, laminada, postergada, preterida, aniquilada. Limpieza étnica disfrazada de purga ideológica: el mendaz delirio sabiniano ha conseguido fundar una etnia política que funciona como un macizo e incontestable 'demos'. Exclusión de la nación foral, pues, de todos aquellos que no participamos jamás del consenso/utopía/distopía abertzale. Y razonablemente felices, hoy, algunos, fuera de aquellos ínfimos e infectos e infames predios. Y limpiándonos el ojete, cuando papel faltare, con la kakarriña, ese falsario trapo culero.
Vasconia, país vasco o puto país del infinito asco, aquella parte de Bozalistán ( abracadabrante y schrödingeriano sí es no es) que goza de unos fueros (o privilegios) que el resto de la nación no posee. Españoles, pata negra, los separratas dos patas. Transformar Euskal Herria - la Gran Euskal Herria del Tercer Milenio - en un Estado-nación independiente, desmesurados e improbables costes, inasumibles: mejor entonces vampirizar/humillar al resto de españoles. Someter la Constitución española (y por ende a los españoles, te guste más o menos el papelucho del 78) a los fueros vascos.
Y sin pensar ni elucubrar en el ínterin en tiranías totalitarias, más allá de las covidicias, tan planetarias. Hegoalde, hogaño, un "normalizado" y "pacífico" híbrido del tardofranquismo con monegascos principados. Algo perfectamente soportable. Sobre todo, para quien carezca de memoria. Y, más aún, de mínima moralia.
En fin.